23.4.15

Mad Men 7x10 Tinkerbell

Don, hijo, parece que estés perdido en el hotel de El resplandor
(Mad Men 7x10 The Forecast) review/opinion)
Reviews: 7x1/7x2; 7x3; 7x4; 7x5; 7x6; 7x7; 7x8, 7x9
Claves de la séptima temporada.

A partir de aquí, spoilers. 
“No tienes carácter, sólo eres guapo. Deja de engañarte”. No choca que uno de los curritos de la agencia, John, no se muerda la lengua y le meta un gancho en el estómago al intocable Don Draper. Le cuesta el despido, pero se va tan a gusto (aunque se gastase momentos antes un dinerito en una botella de Chivas). Éste es el mismo pollo que le insinuó a Peggy que se dejase querer por el hermano de su mujer. Un bocachanclas, pero me siento identificada con su actitud. Matthew Weiner, creo, ya ha dejado claro que Don Draper es un infeliz, un tipo insatisfecho y asqueado de la vida. No entiendo del porqué de este bucle, ya cansino, en el que volvemos a ver a Don, una vez más, solo en un pasillo, desconcertado, frente al abismo. Además de no tener mujer que le aguante ni un trabajo que le contente, se suma que se ha quedado sin su ático molón del Upper East Side. Vale, Don, que no te han desahuciado, amigo. Tampoco es para ponerse así. Pero el creador de Mad Men sigue erre que erre. Y vuelve a mostrarnos al publicitario en medio de varias guerras, como siempre, intentando limar asperezas, siendo imprescindible. El problema es que ya no lo es, que Don sobra, está obsoleto, como su traje gris, demodé. No sólo le pasa factura su superego con el currito al que luego despide, a ése al que aconseja hacerse el chulo, que es lo que haría él, para solucionar una metedura de pata con un cliente. No todo el mundo es Superman, Don.

Peggy, cágate en Don
Tampoco se entiende con esa Peggy Olson con la que, por fin, interactua. Durante todo el episodio, Don se pregunta qué le espera en el futuro. Y acosa con este tormento a los demás. A Peggy la utiliza, ella que piensa que Don le está haciendo una evaluación de su trabajo. Este diálogo es enorme, ya que Peggy, harta de sus gilipolleces, le calla la boca diciendo: “¿Por qué no escribes todos tus sueños para que pueda cagarme en ellos?”. Don menosprecia, una vez más, las ilusiones de Peggy, sus sueños. Como ser la primera directora creativa de la agencia. ¿Lo veremos algún día? ¿Y por qué no le dijo, crear su propia agencia? Si hay que pensar a lo grande, a por todas, ¿no? Pero sigue teniendo la autoestima por los suelos, aunque ya es una hazaña que haya replicado de forma tan grosera a su mentor. “Quiero crear algo que perdure”, dice ella. “¿En publicidad?”, se ríe él. ”Hablamos de trabajo, no del sentido de la vida”. “¿No están relacionados?”. Peggy, que viste de marrón caca, parece identificarse con este color. No hace más que comerse marrones, mientras que Don llega tarde a la oficina, bebe cerveza en una reunión y se afeita mientras dicta a su secretaria. Es el típico jeta al que todos odiaríamos si tuviéramos que estar trabajando mano a mano. Antes se le perdonaba la osadía, pero ahora Don está perdiendo fuelle. “He vendido cosas peores que mi apartamento”, le dice a la vendedora del ático. “Hay que darle un poco de glamour, de esperanza”, insiste. “No soy una hechicera”. Y claro que no lo es, tampoco Don. Tan caduco se está quedando que da lástima: “Parece que aquí viva una persona triste”, dice ella. Otro momento que confirma que ni ya Sterling piensa en él, es la escena del Donut que Don ni prueba. Ted era el primer elegido de Sterling. A Don no parece importarle, sólo le obsesiona qué le deparará el futuro. Ted entra al trapo y le dice que quiere hacerse con una farmacéutica. A Don le suena a chino. “Antes de McCann sólo pensaba en el año siguiente, ahora puede ser cualquier cosa”. Los tiempos cambian. Es 1970, lo vemos en las revistas que Don hojea: Look, Newsweek, Life, New Yorker, Consumer Reports… Don se graba comentando que “supuestamente, va a mejorar”. Mientras este pánfilo se rasca la barriga y se queja de vicio, tenemos a un chaval que se va a Vietnam, por ejemplo. O a una nueva generación que sueña con ganarse la vida con lo que más le gusta, por vocación.

Glen, del episodio 701 al 710. De pacifista a soldado en Vietnam.

Sally, la Jane Fonda
Sally Draper, que también aparece por fin, viene a recalcar de nuevo que sus padres nada tienen que ver con ella. Máxime cuando su madre “llega tarde” a la hora de hablar con ella de sexo (aunque sea un farol realmente). Una de sus amigas flirtea con Don en una cena en un chino (no falta la broma de que en los chinos se come gato, ya venía de lejos). Betty saluda a Glen (Marten Holden Weiner), que ha dado tal estirón que apenas reconoce. Los ojos de Joaquin Phoenix del hijo de Matthew Weiner dan miedo. Glen y Betty mantienen una tensión sexual que se come Sally, que los mira asqueada. Betty se niega a pasar la raya porque, dice, “estoy casada”, no porque no quiera. “Me siento seguro porque sé que eres mía”, le dice él. Cada cual se contenta con lo que puede. Tras esta escena cougar frígida, normal que luego también desconfíe de su padre. “Quiero ser diferente a los dos”, dice. A lo que replica Don: “Eres guapa, dependerá de ti que seas más que eso”. ¿Lo dice por Betty o lo dice por sí mismo tras el varapalo del currito al que despide? Sally se va en un autobús, Betty tira a la basura las pistolas de sus hijos, Glen se marcha a Vietnam seguramente para morir… Si Sally Draper es en realidad Matthew Weiner es muy bonito ver cómo le pide perdón a su propio hijo, cuando Sally le llama para apoyarle, tras mostrarse antibélica, a lo Jane Fonda. No es casual que la campaña de la que se habla en el episodio sea la de Tinkerbell (con mención a mis amadas galletas Oreo) y se hable de Peter Pan (Tinkerbell = Campanilla). Don es peterpanesco al cuadrado, inconsciente de su propia suerte, queriendo que el tiempo no pase, sintiéndose un viejoven.

Joan y el jubilado
Y dejo para el final la bonita historia de Joan, que ya se merecía algo así. Joan, vestida de verdes, azules y rosas, irradia buen rollo, es lo contrario a Peggy, a Don. Liga con un tipo jubilado, millonario (interpretado por Bruce Greenwood), pero que recuerda mucho a Don ya que no quiere saber nada del hijo de Joan. Ella, muy decidida con lo que no quiere en esta vida (y en eso está a años luz del pesimismo de Don), es feliz porque por fin “tengo el trabajo que siempre he querido”. Joan que fue violada y que se prostituyó por la empresa, se merece una oportunidad en el amor. No quiere brandy, quiere gin-tonics, festejar la vida. Queda en el Oak Room (en el hotel Plaza de Nueva York) con el jubilado, en habitaciones de hotel, cabreada, grita que su hijo le ha arruinado su vida, mientras se escucha de fondo la sintonía de Barrio Sésamo en la tele. Pero el tipo no es Don, evoluciona y vuelve. “No quiero poner restricciones, me hace verme mayor”. Ojalá Joan siga con él. Pero no creo que Don fuese capaz de cambiar ni por una mujer ni por nadie.

4 comentarios:

yramosi dijo...

En este capítulo Joan dice que se ha casado 2 veces, yo solo recuerdo al médico que se fue a Vietnam

Mariló García dijo...

Sí, yo tampoco lo entendí.

Anónimo dijo...

A mi también me dejó intrigado el tema. he tenido que bucear un poco ( en madmen.wikia nada al respecto....) he encontrado respuesta al "doble divorcio" de Joan:


En el episodio 4º de la 6ª temporada, JOan recibe la visita de una "vieja amiga ( que si no recuerdo mal tabajaba en Avon o algo así....) y mientras se toman una copa, hacen referencia a un tal "Scotty".

http://www.vulture.com/2015/04/joan-first-divorce-mad-men.html

Un saludo y gracias por cada una de las "críticas" de esta serie. Voy a echar tanto de menos a Don Draper y su "amargura" je,je,je

José Gestido


Mariló García dijo...

Gracias por el apunte! Es raro, como dices, que en la wikipedia de Mad Men no venga. Ahí lo miré yo también.